El paseo final empezó con un día precioso, soleado, fresco y silencioso. Descubrimos la ciudad dormida y muy tranquila, que parecía despertar al paso de los peregrinos. Llegamos a la plaza do Obradoiro entre gaitas y allí estaba la family, con pancarta y todo. Un recibimiento de lujo. La Compostela y misa del peregrino con botafumeiro incluido, el broche. En las calles encontramos y despedimos a muchos amigos del camino: Mark, las americanas, el francés, el italiano, el de Puerto de Santa María, los del perro, la parejo a catalana, la australianas...etc. Un placer haberlos conocido.
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